Capítulo 17
LAS LIMITACIONES DE JESÚS
Durante la estancia de Jesús en la tierra, trató exclusivamente con los judíos, el pueblo del primer pacto.
Estuvo rodeado de hombres que nunca habían nacido de nuevo.
Ninguna persona con la que El trató había recibido aún vida eterna.
Todos estaban muertos espiritualmente.
Juan 8:44 es la descripción que Jesús hace de ellos: "Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer".
Qué difícil debió de haber sido para el Maestro, cuyo gran corazón de amor deseaba a la gente, decirles esta dolorosa verdad. Él nunca se conformó a sus entornos o las opiniones de la gente. Siempre hablaba por su Padre.
Ha sido algo triste que tantos de nuestros maestros hayan hablado de los que caminaban con Jesús como si ya fueran cristianos, como si hubieran recibido vida eterna.
Si alguien hubiera recibido vida eterna antes de que Jesús muriese y resucitase, entonces no habría tenido que sufrir, porque todos podían haberla recibido.
No es lo que el hombre ha hecho; lo que él es por naturaleza es lo que le separa de Dios. Todos estaban muertos espiritualmente.
Jesús estaba limitado en gran parte a la esfera de lo físico con ellos.
Sanó sus enfermedades; resucitó a sus muertos; alimentó a las multitudes, pero no recreó a nadie.
No le dio a nadie vida eterna.
El hombre aún no había sido redimido; el castigo del pecado aún no se había pagado.
Los hombres eran por naturaleza hijos de ira.
Estaban todos dentro de una misma clase.
La única diferencia entre el israelita y el gentil era que el primero estaba bajo el primer pacto.
Era circunciso; era de la familia de Abraham.
Tenía un sacerdocio que hacía una expiación anual por él y ponía sus pecados una vez al año sobre la cabeza de un chivo expiatorio que era liberado en el desierto.
Pero eso no le hacía ser una nueva creación.
Le daba derecho a la nueva creación.
Recordará que Romanos 3:25 declara: "A quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados".
Después, Hebreos 9:15 explica esto con más profundidad: "Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna".
Cristo murió por los pecados de quienes estaban bajo el primer pacto.
Fue como si una nota promisoria se diera cada año cuando el sumo sacerdote entraba en el lugar santísimo para hacer la expiación anual.
Esas notas promisorias fueron liquidadas cuando Jesús llevó su sangre al lugar santísimo celestial. Así, todos los pecados bajo el primer pacto fueron retirados, limpiados como si nunca hubieran existido,
Entenderá esto con más profundidad en Hebreos 10:1-3:
Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan. De otra manera cesarían de ofrecerse, pues los que tributan este culto, limpios una vez, no tendrían ya más conciencia de pecado. Pero en estos sacrificios cada año se hace memoria de los pecados.
¿Por quéí "Porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados" (Hebreos 10:4).
"Pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios" (Hebreos 10:12).
"Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados" (Hebreos 10:14).
Esto le da un cuadro perfecto del hombre bajo el primer pacto cuyo pecado era cubierto, cuyos pecados eran normalmente quitados.
Después Jesús viene y se lleva todo el pecado que había sido cubierto y remite todos los pecados que normalmente habían sido 1 quitados, así que los judíos que confiaban en la sangre expiatoria de animales fueron salvos por el sacrificio de El.
Observe de nuevo que nadie podía recibir vida eterna y conseguir que sus pecados fueran remitidos hasta que el pecado
fuese quitado, hasta que las demandas de la justicia hubieran sido satisfechas.
Hebreos 2:17 ilustra eso perfectamente: "Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo".
Como nuestro sumo sacerdote, recordará, primero Él tenía que cumplir con las demandas de la justicia, para satisfacer las demandas de la justicia contra judíos y gentiles.
Cuando estuvo en el infierno, y Satanás fue vencido, la redención del hombre se completó. Es entonces cuando Dios aceptó su sangre, y Él se sentó a la diestra de Dios.
Pero no estaba completo mientras Cristo vivía, así que no tuvo valor para nadie.
La nueva creación no estaba disponible.
No había ningún sumo sacerdote a la diestra del Padre con la sangre para mostrar que Él se había ocupado del problema del pecado.
No había ningún mediador a la diestra de Dios, y hasta que no hubo un mediador, ningún ser humano pudo acercarse a Dios.
"Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí" (Juan 14:6).
"Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Hechos 4:12). El nombre de Jesús aún no estaba disponible como Salvador.
Su obra de mediación aún no estaba disponible.
Jesús ahora era un profeta. Aún no se había convertido en un sustituto por el pecado; no había ningún Salvador.
Él solo se movía en la esfera de los sentidos con los hombres.
Él trató con los demonios.
Los expulsó de los individuos.
Rompió su poder sobre los hombres, lo cual fue todo en el ámbito de los sentidos.
Es algo muy amargo para nuestros corazones darse cuenta de que Jesús, durante su caminar en esta tierra, no tuvo ni un compañero con una mente espiritual.
Buenas personas lo amaban, pero su amor era el amor del hombre natural.
Era algo egoísta. Era tan egoísta, que cuando resucitó de los muertos dijeron: "Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?". (Véase Hechos 1:6).
Él no podía ayudar a los hombres espiritualmente porque estaban muertos en su espíritu.
Creo que puede entender ahora este versículo: "Y aun mayores hará, porque yo voy al Padre" (Juan 14:12).
Estamos haciendo obras mayores que las que hizo el Maestro en su caminar terrenal, porque nosotros ayudamos a los hombres espiritualmente.
Les llevamos la Palabra de vida y son recreados; entran a formar parte de la familia de Dios.
Les ayudamos a pasar de muerte a vida.
Les enseñamos a través de la Palabra que Dios les ha hecho su justicia.
Ahora ellos pueden estar en su presencia como si nunca hubiera habido pecado.
Somos los agentes de Dios dando a los hombres vida eterna, haciéndoles amos de los demonios y de las circunstancias.
Nosotros, a través de su Palabra viva, hemos podido llevar a los hombres a una comunión e intimidad con el Padre a través del nuevo nacimiento.
Nuestro ministerio es casi un ministerio ilimitado.
Su ministerio era limitado.
Jesús sanó los cuerpos de los hombres.
Nosotros, mediante la gracia de Dios, sanamos los espíritus de los hombres.
Él resucitó a los hombres de la muerte para volver a morir.
Nosotros les enseñamos que fueron resucitados juntamente con Cristo.
Él alimentó a los hambrientos con panes y peces.
Nosotros alimentamos a los espiritualmente hambrientos con las maravillosas palabras de Dios.
Nosotros tenemos el Espíritu en nosotros que levantó a Jesús de los muertos.
Tenemos derecho legal a usar el nombre de Jesús.
Con ese nombre hacemos las obras que Jesús hizo en su caminar terrenal.
Pero regrese al pensamiento de las limitaciones de las amistades de Jesús.
Su propia madre no podía entenderle. Sus propios hermanos le miraban con recelo.
Para los más cercanos a Él, era un extraño. Él les conocía pero ellos a Él no.
No puede haber una profunda amistad espiritual a menos que ambos nos conozcamos.
Las limitaciones de Jesús en su caminar terrenal explican gran parte de su enseñanza.
Podría estar bien que contrastásemos las enseñanzas de Jesús y de Pablo sobre el tema de la fe.
Jesús demandó a los hombre que tuvieran fe en él. Dijo: "Que
si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará" (Mateo 17:20).
En Marcos 11:22 Jesús dijo: "Tened fe en Dios",
Los discípulos no pudieron hacer eso.
Nadie puede tener la fe de Dios hasta que no haya sido recreado.
Verá, Jesús es el autor y consumador de la fe, y cuando nos convertimos en nuevas criaturas recibimos una medida de la fe de Dios. (Véase Romanos 12:3).
Tenemos su naturaleza, su vida, y con ella viene su fe.
A medida que crecemos en gracia y conocimiento, entende- I mos la obra terminada de Cristo. A medida que nuestra fe crece, es realmente la fe de Dios.
Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho. (Marcos 11:23)
"Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá" (Marcos 11:24). Esa fue una idea clave del ministerio de Jesús.
Jesús dijo al padre que le pidió la sanidad de su hijo: "Al que cree todo le es posible" (Marcos 9:23).
"Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis" (Mateo
21:22).
Pablo nunca le dice a un creyente que crea.
Nunca nos insta a tener fe.
Eso me molestaba cuando lo vi por primera vez; después vi la verdad. Nosotros somos creyentes.
Las limitaciones de Jesús 161
Tuvimos que tener fe para entrar en la familia, pero una vez que entramos en la familia, todas las cosas que Dios consiguió en Cristo para nosotros son nuestras.
Observe que Jesús, hablando a la iglesia proféticamente (porque la iglesia aún no había comenzado a existir), dijo en Juan 15:16:
No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé.
En este versículo, y Juan en 14:14, Jesús nos da un derecho legal al uso de su nombre.
Es lo mismo que dar el poder notarial a alguien.
Jesús de hecho hace esto con la iglesia.
Pero esto es lo extraño de esto. Tome Juan 16:24: "Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido". (Juan 15:16 es profecía).
Jesús no menciona la fe. No dice que deben creer.
¿Por qué? Ya son creyentes.
Entonces toda nuestra predicación acerca de la fe y la necesidad de fe ha sido errónea.
Deberíamos haber hablado al creyente de lo que es en Cristo; cuáles son sus derechos y privilegios en Cristo y su derecho legal a usar el nombre de Jesús.
Deberíamos haberle enseñado lo que significó recibir la naturaleza y la vida de Dios en su espíritu, que le hizo ser una nueva criatura.
No solo eso, sino que la nueva creación se había convertido en la justicia de Dios en Cristo, de tal modo que aquel que antes era pecador, ahora podía estar en la presencia del Padre sin el sentimiento de temor, condenación o inferioridad.
Podía estar ahí como un Hijo en su comunión más plena con su Padre.
Si hubiéramos enseñado esto, no habríamos tenido esa larga batalla por la fe.
Hubiéramos sabido quiénes éramos y qué éramos en Cristo. Hubiéramos aprendido cómo ocupar nuestro lugar en la familia; cómo disfrutar de nuestros privilegios.
Nos hubiéramos familiarizado con nuestro Padre.
Los grandes hechos de la sustitución y la nueva creación y redención se hubieran convertido en realidades espirituales para nosotros.
Pero en lugar de eso, nos han predicado los mensajes que Jesús dio a los judíos durante su caminar terrenal, y no son apropiados para nosotros.
Nos mantienen bajo condenación. Nos hacen conscientes de nuestra carencia.
Verá, si yo no sé lo que soy, la Palabra me confunde, pero cuando sé lo que soy en Cristo, conozco cuáles son mis derechos y privilegios, entonces no puede haber confusión en mi espíritu.
No hubo discordia entre las enseñanzas de Jesús y el apóstol Pablo porque todas eran de Dios.
LAS LIMITACIONES DE JESÚS
Durante la estancia de Jesús en la tierra, trató exclusivamente con los judíos, el pueblo del primer pacto.
Estuvo rodeado de hombres que nunca habían nacido de nuevo.
Ninguna persona con la que El trató había recibido aún vida eterna.
Todos estaban muertos espiritualmente.
Juan 8:44 es la descripción que Jesús hace de ellos: "Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer".
Qué difícil debió de haber sido para el Maestro, cuyo gran corazón de amor deseaba a la gente, decirles esta dolorosa verdad. Él nunca se conformó a sus entornos o las opiniones de la gente. Siempre hablaba por su Padre.
Ha sido algo triste que tantos de nuestros maestros hayan hablado de los que caminaban con Jesús como si ya fueran cristianos, como si hubieran recibido vida eterna.
Si alguien hubiera recibido vida eterna antes de que Jesús muriese y resucitase, entonces no habría tenido que sufrir, porque todos podían haberla recibido.
No es lo que el hombre ha hecho; lo que él es por naturaleza es lo que le separa de Dios. Todos estaban muertos espiritualmente.
Jesús estaba limitado en gran parte a la esfera de lo físico con ellos.
Sanó sus enfermedades; resucitó a sus muertos; alimentó a las multitudes, pero no recreó a nadie.
No le dio a nadie vida eterna.
El hombre aún no había sido redimido; el castigo del pecado aún no se había pagado.
Los hombres eran por naturaleza hijos de ira.
Estaban todos dentro de una misma clase.
La única diferencia entre el israelita y el gentil era que el primero estaba bajo el primer pacto.
Era circunciso; era de la familia de Abraham.
Tenía un sacerdocio que hacía una expiación anual por él y ponía sus pecados una vez al año sobre la cabeza de un chivo expiatorio que era liberado en el desierto.
Pero eso no le hacía ser una nueva creación.
Le daba derecho a la nueva creación.
Recordará que Romanos 3:25 declara: "A quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados".
Después, Hebreos 9:15 explica esto con más profundidad: "Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna".
Cristo murió por los pecados de quienes estaban bajo el primer pacto.
Fue como si una nota promisoria se diera cada año cuando el sumo sacerdote entraba en el lugar santísimo para hacer la expiación anual.
Esas notas promisorias fueron liquidadas cuando Jesús llevó su sangre al lugar santísimo celestial. Así, todos los pecados bajo el primer pacto fueron retirados, limpiados como si nunca hubieran existido,
Entenderá esto con más profundidad en Hebreos 10:1-3:
Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan. De otra manera cesarían de ofrecerse, pues los que tributan este culto, limpios una vez, no tendrían ya más conciencia de pecado. Pero en estos sacrificios cada año se hace memoria de los pecados.
¿Por quéí "Porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados" (Hebreos 10:4).
"Pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios" (Hebreos 10:12).
"Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados" (Hebreos 10:14).
Esto le da un cuadro perfecto del hombre bajo el primer pacto cuyo pecado era cubierto, cuyos pecados eran normalmente quitados.
Después Jesús viene y se lleva todo el pecado que había sido cubierto y remite todos los pecados que normalmente habían sido 1 quitados, así que los judíos que confiaban en la sangre expiatoria de animales fueron salvos por el sacrificio de El.
Observe de nuevo que nadie podía recibir vida eterna y conseguir que sus pecados fueran remitidos hasta que el pecado
fuese quitado, hasta que las demandas de la justicia hubieran sido satisfechas.
Hebreos 2:17 ilustra eso perfectamente: "Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo".
Como nuestro sumo sacerdote, recordará, primero Él tenía que cumplir con las demandas de la justicia, para satisfacer las demandas de la justicia contra judíos y gentiles.
Cuando estuvo en el infierno, y Satanás fue vencido, la redención del hombre se completó. Es entonces cuando Dios aceptó su sangre, y Él se sentó a la diestra de Dios.
Pero no estaba completo mientras Cristo vivía, así que no tuvo valor para nadie.
La nueva creación no estaba disponible.
No había ningún sumo sacerdote a la diestra del Padre con la sangre para mostrar que Él se había ocupado del problema del pecado.
No había ningún mediador a la diestra de Dios, y hasta que no hubo un mediador, ningún ser humano pudo acercarse a Dios.
"Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí" (Juan 14:6).
"Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Hechos 4:12). El nombre de Jesús aún no estaba disponible como Salvador.
Su obra de mediación aún no estaba disponible.
Jesús ahora era un profeta. Aún no se había convertido en un sustituto por el pecado; no había ningún Salvador.
Él solo se movía en la esfera de los sentidos con los hombres.
Él trató con los demonios.
Los expulsó de los individuos.
Rompió su poder sobre los hombres, lo cual fue todo en el ámbito de los sentidos.
Es algo muy amargo para nuestros corazones darse cuenta de que Jesús, durante su caminar en esta tierra, no tuvo ni un compañero con una mente espiritual.
Buenas personas lo amaban, pero su amor era el amor del hombre natural.
Era algo egoísta. Era tan egoísta, que cuando resucitó de los muertos dijeron: "Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?". (Véase Hechos 1:6).
Él no podía ayudar a los hombres espiritualmente porque estaban muertos en su espíritu.
Creo que puede entender ahora este versículo: "Y aun mayores hará, porque yo voy al Padre" (Juan 14:12).
Estamos haciendo obras mayores que las que hizo el Maestro en su caminar terrenal, porque nosotros ayudamos a los hombres espiritualmente.
Les llevamos la Palabra de vida y son recreados; entran a formar parte de la familia de Dios.
Les ayudamos a pasar de muerte a vida.
Les enseñamos a través de la Palabra que Dios les ha hecho su justicia.
Ahora ellos pueden estar en su presencia como si nunca hubiera habido pecado.
Somos los agentes de Dios dando a los hombres vida eterna, haciéndoles amos de los demonios y de las circunstancias.
Nosotros, a través de su Palabra viva, hemos podido llevar a los hombres a una comunión e intimidad con el Padre a través del nuevo nacimiento.
Nuestro ministerio es casi un ministerio ilimitado.
Su ministerio era limitado.
Jesús sanó los cuerpos de los hombres.
Nosotros, mediante la gracia de Dios, sanamos los espíritus de los hombres.
Él resucitó a los hombres de la muerte para volver a morir.
Nosotros les enseñamos que fueron resucitados juntamente con Cristo.
Él alimentó a los hambrientos con panes y peces.
Nosotros alimentamos a los espiritualmente hambrientos con las maravillosas palabras de Dios.
Nosotros tenemos el Espíritu en nosotros que levantó a Jesús de los muertos.
Tenemos derecho legal a usar el nombre de Jesús.
Con ese nombre hacemos las obras que Jesús hizo en su caminar terrenal.
Pero regrese al pensamiento de las limitaciones de las amistades de Jesús.
Su propia madre no podía entenderle. Sus propios hermanos le miraban con recelo.
Para los más cercanos a Él, era un extraño. Él les conocía pero ellos a Él no.
No puede haber una profunda amistad espiritual a menos que ambos nos conozcamos.
Las limitaciones de Jesús en su caminar terrenal explican gran parte de su enseñanza.
Podría estar bien que contrastásemos las enseñanzas de Jesús y de Pablo sobre el tema de la fe.
Jesús demandó a los hombre que tuvieran fe en él. Dijo: "Que
si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará" (Mateo 17:20).
En Marcos 11:22 Jesús dijo: "Tened fe en Dios",
Los discípulos no pudieron hacer eso.
Nadie puede tener la fe de Dios hasta que no haya sido recreado.
Verá, Jesús es el autor y consumador de la fe, y cuando nos convertimos en nuevas criaturas recibimos una medida de la fe de Dios. (Véase Romanos 12:3).
Tenemos su naturaleza, su vida, y con ella viene su fe.
A medida que crecemos en gracia y conocimiento, entende- I mos la obra terminada de Cristo. A medida que nuestra fe crece, es realmente la fe de Dios.
Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho. (Marcos 11:23)
"Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá" (Marcos 11:24). Esa fue una idea clave del ministerio de Jesús.
Jesús dijo al padre que le pidió la sanidad de su hijo: "Al que cree todo le es posible" (Marcos 9:23).
"Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis" (Mateo
21:22).
Pablo nunca le dice a un creyente que crea.
Nunca nos insta a tener fe.
Eso me molestaba cuando lo vi por primera vez; después vi la verdad. Nosotros somos creyentes.
Las limitaciones de Jesús 161
Tuvimos que tener fe para entrar en la familia, pero una vez que entramos en la familia, todas las cosas que Dios consiguió en Cristo para nosotros son nuestras.
Observe que Jesús, hablando a la iglesia proféticamente (porque la iglesia aún no había comenzado a existir), dijo en Juan 15:16:
No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé.
En este versículo, y Juan en 14:14, Jesús nos da un derecho legal al uso de su nombre.
Es lo mismo que dar el poder notarial a alguien.
Jesús de hecho hace esto con la iglesia.
Pero esto es lo extraño de esto. Tome Juan 16:24: "Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido". (Juan 15:16 es profecía).
Jesús no menciona la fe. No dice que deben creer.
¿Por qué? Ya son creyentes.
Entonces toda nuestra predicación acerca de la fe y la necesidad de fe ha sido errónea.
Deberíamos haber hablado al creyente de lo que es en Cristo; cuáles son sus derechos y privilegios en Cristo y su derecho legal a usar el nombre de Jesús.
Deberíamos haberle enseñado lo que significó recibir la naturaleza y la vida de Dios en su espíritu, que le hizo ser una nueva criatura.
No solo eso, sino que la nueva creación se había convertido en la justicia de Dios en Cristo, de tal modo que aquel que antes era pecador, ahora podía estar en la presencia del Padre sin el sentimiento de temor, condenación o inferioridad.
Podía estar ahí como un Hijo en su comunión más plena con su Padre.
Si hubiéramos enseñado esto, no habríamos tenido esa larga batalla por la fe.
Hubiéramos sabido quiénes éramos y qué éramos en Cristo. Hubiéramos aprendido cómo ocupar nuestro lugar en la familia; cómo disfrutar de nuestros privilegios.
Nos hubiéramos familiarizado con nuestro Padre.
Los grandes hechos de la sustitución y la nueva creación y redención se hubieran convertido en realidades espirituales para nosotros.
Pero en lugar de eso, nos han predicado los mensajes que Jesús dio a los judíos durante su caminar terrenal, y no son apropiados para nosotros.
Nos mantienen bajo condenación. Nos hacen conscientes de nuestra carencia.
Verá, si yo no sé lo que soy, la Palabra me confunde, pero cuando sé lo que soy en Cristo, conozco cuáles son mis derechos y privilegios, entonces no puede haber confusión en mi espíritu.
No hubo discordia entre las enseñanzas de Jesús y el apóstol Pablo porque todas eran de Dios.